Sunday, February 03, 2008

odiemos cosas del verano (importado desde Wordpress)

estoy harta de varias cosas. en primer lugar, me enoja hasta el paroxismo que me sigan llamando al celular para reservar canchas de tenis, siendo que ese trabajo se acabo hace como nueve mil semanas, de verdad no lo soporto. odio sus voces de “quiero que me atiendas ahora y no me importa nada porque tengo plata y vacaciono en las tacas” y mi incapacidad para mandarlos a la punta del cerro por miedo a que llamen a mi ex-jefe y me rete y después mi mamá haga lo mismo y bla bla blá. no sé en qué momento pensé que iba a tolerar su arrogancia. me sé mi discurso de memoria “aló? no, es que este celular ya no está habilitado para hacer las reservaciones, tendría que acercarse directamente a las canchas. ya, adiós”, cerrar el celular y gritar de rabia. no es algo tan gigante como para enojarse pero cuando esperas una llamada importante y piensas que dentro de esos 15 llamados pelotudos hay uno que vale la pena y al final nunca fue, te enojas a sobremanera. cambiaría el número, pero es bien fome el trámite y me daría mucha pereza avisarle a los que lo tienen, no. el verano se acabará y las personas de apellidos de calles santiaguinas olvidarán este teléfono.
otra cosa que odio y que se relaciona con la época estival es algo que me parece muy propio de provinciana, una pregunta que siempre he querido hacer: ¿por qué los santiaguinos, cuando se van de vacaciones dicen, “me voy a la playa” y todo el mundo parece entender su paradero exacto? es algo que me supera. mi provincia se reduce a 30 km de Avenida del Mar. irse a la playa es un poco como irse a la cresta, porque nadie sabe dónde queda exactamente, pero lo utilizan como si siempre hubiesen estado ahí. that’s it, mi descarga del mes, del verano y de este microaño que aún no empieza como debería. mis vecinos de la casa de atrás tienen un asado con karaoke y ya están cantando rancheras, no es un buen momento para estar despierta.