Friday, January 11, 2008

let's get out of this pastelería (importado desde Wordpress)

por opción propia, ayer fue mi último día de trabajo. así lo decidí porque estoy físicamente agotada y psicológicamente me siento demasiado torpe para hacer lo que me pide. sí, limpiar será básico, pero odio pensar que si hago bien lo requerido, me estaré preparando para algo que jamás ha estado dentro de mis planes: ser una flamante dueña de casa. no sir, no sirvo.
siempre pensé que al trabajar en una pastelería, nada interesante iba a suceder, come on, solo es un lugar donde los hambrientos buscan saciarse y los diabéticos matarse un poquito más, pero era más que eso. es increíble como llegas a conocer parte de la idiosincrasia del chileno medio con la sarta de incoherencias que pueden llegar a decir las personas por el hecho de establecer una micro conversación mientras escogen un trozo de azúcar con manjar y frutas congeladas.
por ejemplo, ayer se me ocurrió escuchar atentamente a un señor sin nombre (es lo raro de las tiendas, le hablas a decenas de personas en tono familiar, siendo que en tu vida los has visto y solo quieres que te compren algo y se vayan del lugar con ganas de volver) que hablaba acerca de lo rápido que pasa el tiempo, mandándose una cuña de aquellas:
” Si po’h, que ha pasado rápido el tiempo, si es como dijo Miguel de Unamuno, la vida es sueño”.
siempre me he preguntado por qué la gente que habla bonito piensa que puede decir lo que quiera, como si me fuera a convencer que no fue Calderón de la Barca quien dijo esas palabras, solo porque un potencial cliente lo dijo tan convencido. En el momento solo sonreí, con esa cara que bien puede significar “tiene toda la razón” como también “pobrecito, dejemos que hable”.
pero hay más tipos de gente rara en la pastelería, me refiero a los trabajadores que se encargan de llevar stock de diferentes marcas. todos tienen palm o blackberry y se dirigen a ti con un “buenas tardes” que suena a “buenas compras”, se dedican a observar todo el lugar para lanzar frases ensayadas en la oficina de Coca Cola Polar mientras la secretaria les llevaba el capuccino diario.
la gente de Coca Cola es rara. muy rara. o quizás, nunca me había encontrado con personas tan pendientes de vender todo el tiempo o de tener la habilidad de dar vuelta todos los temas de conversación en tópicos relacionados a la gaseosa aquella.  miran el puesto de productos Evercrisp (parte de pepsico snacks, que ya saben a qué otra gaseosa pertenece) y dicen: “esto no se vende. podríamos aprovechar de poner otro cooler de Coca Cola acá, no le parece?”. yo solo lanzo una mirada de supuesta adolescente ignorante con un promisorio futuro como profesional del servicio.
pero lo anterior dicho es nada comparado con lo vino después, luego de observar las cajas con marraquetas (que también me pidieron otros clientes como “coliza, pan batido, francés, normal y quizás qué otros nombres) de la tienda, y con cara de comerciantes emergentes, dispararon:
“A mí me gustaría que cada kilo de pan, se vendiera como una Coca Cola”
lindo. pues, a mí gustaría que cada kilo de pan se vendiera solo, pero no podemos tenerlo todo, y por eso renuncié. nunca más comeré dulces de allá, los manosean y dejan los más antiguos adelante para que una se los coma y les encuentre gusto a añejo. no, pensándolo bien, siempre me gustó más la comida salada. ahí está el por qué.

Tuesday, January 08, 2008

i was swimming in the Caribbean (importado desde Wordpress)

casi todos los días, como si se tratase de un ritual religioso, dejo borradores sin terminar botados en el depósito de wordpress. son contadas las veces en que los he rescatado de ser simples frases pensadas luego de muchas horas de sueño, la mayoría sobrevive sólo como entradas dentro de otras que sí vieron la luz cibernética.
he llegado a la simple conclusión de que no debo parar de escribir. si dejo de hacerlo todo se va a la mierda, partiendo por mi forma principal de expresión y continuando con la realización personal. cada día, o cada semana, hay que hablar gráficamente. y, a pesar del trabajo – que es microscópico al lado de otros mucho más pesados y agobiantes – el tiempo siempre se hace un espacio por sí mismo para seguir con el mismo medio, pero no el mismo fin.
nos  veremos cuando nos veamos.