Necesito anteojos nuevos. Y un ajuste de conciencia, lo más pronto posible.
Que wordpress salve entradas a medio hacer es mi perdición. Dejo
tantos textos inconclusos y tantos proyectos a medio hacer. Ah sí, el
podcast. Mire, en cuanto salga de mis deberes de adolescente, me
dedicaré a ello.
Últimamente me he sentido tan ignorante. A pesar de lo mucho que me
esmere en leer páginas engrupidas de música (que no es lo mismo que
decir “páginas de música engrupida”), siento que he escuchado tan poco.
Que lo mejor está por venir, aunque eso es bueno, porque me da la
esperanza de que aún no se acaban los buenos grupos.
Es igual con los libros. Mi estante está lleno y llevo como el 20% de los papeles con lomo de ahí.
He descubierto que las cosas son buenas solo si uno se las plantea de
esa forma, si no, todo se va a un lugar que aún no conozco pero del que
me han hablado mucho, de hecho, me han querido mandar allá muchas
veces, se llama la chucha y está bien lejos de acá, pero ese no es el
punto. Quizás estoy positiva porque estoy por terminar un proceso
tortuoso y de alegrías esporádicas, y una siempre espera lo mejor de lo
nuevo y de lo que está cerca. Yo sé lo que quiero hacer, pero todo
depende de unos círculos que rayé hace unos días. Confieso que tengo
miedo, pero supongo que es natural.
Otra confesión: adoro escribir, y hace poco me di cuenta de eso como
realidad tangible. Sí, tangible porque puedo imprimir esto y tocar lo
que escribo, pero no tengo tinta ahora.
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