InterUrbana

Estoy en Argentina. En un ciber donde dos tipos fuman y se dan besos. En Chile, NUNCA. Llegué ayer luego de congelarme en el paso fronterizo y de perder mi permiso notarial como pelotuda que soy.

En el bus rumbo a Santiago, mi compañero de asiento se llamaba Mauricio Ojeda, un tipo que hablaba cada cinco minutos por celular y gritaba porque no quería ir al trabajo en sus vacaciones y que no lo jodieran. Más atrás iba un tipo roncando y al lado de él una niña del Santiago cuico, que le gritaba al celular, como si quisiera que todo el mundo escuchara cuántas veces decía huevona por minuto. Una chica bastante pesada y hueca, si se puede decir. Maldecía al cerro que había subido anteriormente, cada vez que llamaba a un amigo diferente le contaba una historia idém, como si quisiera presumir de algo. Me revienta la gente así.

Para colmo, no tenía ni música ni un libro para distraerme. Pensaba en eso cuando en los parlantes se empieza a escuchar música típica de países como Italia, España, China...de locos fue eso. Para después pasar a una película de un italiano agente de la CIA de bajo presupuesto. Una joya digna del Cannes, sí, claro. Mi celular perdía su señal y ya no quería más galletas de vainilla, iba tan incómoda que para olvidarme de eso me puse a desempañar los vidrios. Qué ocio más grande.

Cuando llegué a Santiago, me recibió una amiga de mi padré, que me acogió en su departamento en Plaza Italia, compramos el pasaje a Mendoza y nos recagamos de frío mientras unos tipos discutían en medio de la calle. Cosas que pasan y que nunca he visto. Llevo un block a todas partes pero no podía escribir caminando y llevando 2 bolsos repletos de ropa y zapatos. Llegando al edificio, me vi en la obligación de usar un ascensor (a los que, por cierto, les tengo terror) hasta el piso 16. Imagínense no más lo histérica que iba.

Llegando al departamento, me sirvieron un plato de fideos con vienesas que devoré en un segundo, para después tratar de conciliar el sueño viendo Los Treinta. Un chiste. Dormí en una pieza llena de posters de hip-hop y basketball, así las ganas que tenía de no seguir viendo a esos raperos me llevóa dormir y a soñar con que en la última página de la Zona decía: y el columnista nuevo es... y me despertó Carola Urrejola. No fue tan malo pero aun tengo la duda.
En el desayuno tomé café por PRIMERA vez en mi vida y quizás última. No sé cuál es esa fascinación que tienen tantos por esto, lo que es yo, me quedo con leche con chocolate y soy feliz.

Se acaba mi tiempo en este ciber. Pronto les escribiré sobre la fiesta de 15 a la que tuve que ir ayer. Nos vemos y, ya pues, posteen porque acá sí que no puedo hablar con nadie sobre nada que no sea acerca de la pelotera que hay por el matrimonio de papá. Pronto les cuento, pòr ahora, chau.