Ché, ¿No bailás?

Por si acaso estoy viva. Gracias.

En Argentina "fiesta de 15" es fuente de alegrìa eterna hasta las 6 de la mañana para chicos y chicas con las hormonas al 100%. Stf fue a una de estas y se encontrò con cosas que menos mal que no hay en Chile. Atención.


No es novedad que en Argentina todo sea más barato que en este lado del mundo. Quizás por eso se inventan tradiciones como las de las "fiestas de 15", en donde vestidos de gala, comidas con elegante presentación y el arriendo de centros de eventos se unen para formar algo que acá podría ser una graduación ordinaria, pero no. Las fiestas de 15 son carretes mucho más concurridos que cualquier discoteca de moda, por lo confiables y seguros que son. Pero, como todo evento, estas fiestas tienen un protocolo y una "pauta".

Al llegar al salón, te encuentras con una suerte de perchero gigante en donde puedes dejar hasta tus llaves sin temor. Yo ni siquiera me saqué el abrigo. Si ustedes creen que en Santiago se están congelando, en Mendoza es peor. Como un tarro de mayonesa, me conservé en un lugar fresco y seco.

Luego de saludar a gente que en mi vida había visto, y de decir "hola" como robot, me asignaron una mesa. A comer se ha dicho. La entrada eran canelones rellenos. Luego un lomo a la pimienta. Luego un helado de vainilla americana. No será musho digo yo? En Argentina comen y comen sin temor. Yo me siento culpable por un pedacito de carne.

¿Qué se conversa? De básica y fundamentalmente nada. Una fiesta de 15 no es un espacio para hablar, sólo comentar la canción de turno y listo. O de lo rica que estaba la comida. O de la canción de turno. En Argentina la música en inglés no existe. Los hits del momento se bailan en versión cumbia/reggeton. Un asco. Pero, antes de bailar, se hacen ciertas cosas propias de este vituperio. Les pondré el caso mío. Luego de comer todos giraban sus sillas para ponerle atención a la proyección de un video. Todo comenzaba con un pobre mensaje de los padres y amigos en versión Power Point, emocionadísimos por los 15 años de su hijita, que tenía complejo de algodón de azucar.

Lo que se proyectó después no vale la pena explicarlo. Basta decir que involucraba parodias a James Bond y pelotudeces así. Me parece que los padres de la chica jamás vieron "Saque Partido A Su Dinero", porque esto es una aberración. En serio.

Aunque no todo es tan malo. Los chicos la pasan excelente copiando coreografías y bailando lo que nosotros teníamos de boom hace un par de años. Tan patética es la música que hasta escuché Seven Nation Army en versión reggetón. Créalo o no.

Para zafarme del baile, me fui a sentar junto a unas tortas de utilería. Me llamó la atención que casi todas las tipas se quitaban los zapatos para bailar. ¿Cuál es, entonces, la gracia de comprarlos? Personalmente prefiero romperme los pies antes que dejar mi calzado en calidad de virgen. Eso sí que no.

- Ché, ¿No bailás? - me dijo un grupo de chicas de alambre. Me excusé diceindo que mi viaje había estado pesado y que no sentía mis pies. Qué excusa tan barata. Pero sirvió para ahuyentar a quienes me miraban atónitos porque no movía músculo alguno. Lo cierto es que tenía todas las ganas del mundo de bailar. Pero la cumbia me paraliza. Es como si en medio de Woodstock 69' dieran Iron Maiden. Me sentía como Meg White en un concierto de Britney Spears. Claro, si Meg fuera chilena y estuviera en medio de la asolescencia. Sí, como no.

Debo agradecer infinitamente a la Cordillera de los Andes por aislarnos de estas tradiciones idiotas. Porque, en caso contrario, tendría todo un vituperio que armar para el próximo año que haría salir más de una cana verde a mamá. Es cierto.