Y ya llegó.

Ese Marzo. Esa entrada a clases. Ya me puse el uniforme gris-rojo y ya estoy haciéndome a la idea de que queda poquísimo. Quedan poquísimos días para que vengan los chicos Gallagher y cía. y yo aún no tengo mi entrada. Es que no van a venir nunca más y estoy segura de eso. Olvídense que U2 vuelve...tendría que vender demasiado acá o Bono haberse enamorado del país. Bien improbable, y no es de pesada. Es cuestión de realidad. Yo ya me perdí a U2 en Chile pero quién sabe si viajo a verlos. Me perdí a Franz Ferdinand pero le bailé a la tele y en algo lo compensó. Me perdí a The Strokes porque tenía disertación de Biología. Me perdí a los White Stripes porque se me acabó la plata con Placebo. Me perdí a Björk porque era muy chica. Me perdí a Depeche Mode porque no los conocía y a The Mars Volta por lo mismo.

Pero no es tiempo de andarse lamentando. Es tiempo de juntar plata y hacer proyectos. Tengo algo que seguramente resultará con la ayuda de mis amigas Totis y Oruga (ya conocen sus blogs) y se estarán enterando en poco tiempo. Si las bloggeras se las traen aunque crean que yo me había muerto por cosas de fotolog y de falta de autoestima. Y está el colegio también. Un tercero medio que no me corresponde pero que tengo que asumir para poder salir de 17 años, a trepar permanentemente por la capital. Hay que actualizar más seguido. Escribir más. Hace un par de días me toco Lenguaje y Sociedad por primera vez y escribimos un ensayo. El mío fue una basura, mientras que los de mis compañeros eran merecedores del aplauso de cualquiera de mis ídolos. No sé porqué, pero la envidia a veces me corroe un poco. Y no es una cosa que me pase por ganas. Solo sucede. Esas ganas de ser mejor me persiguen y me atrapan, pero de ahí nada sale. Y habrá que dar la batalla para que sea lo contrario.