Trepando y Envejeciendo

No sé porqué aún no aprendo a subir fotos al blog sin que se eche todo a perder. Ahí parece que pude. Ah, whatever. El caso es que tengo que postear porque cumplo años en dos horas y la gente debe ver esto antes de que se les acabe la paciencia (solo tengo 14...para el romántico que aún se acuerda de ese blog extinto). Y les tengo que contar que trepé un poco en los últimos diez días, y tengo que escribirlo porque como tengo delirio de persecusión con que cuando sea una anciana ad portas de entrar al asilo, me de Alzheimer y no recuerde nada de mi vida recién pasada. Ya. Con toda esa basura dicha, empecemos.



Capítulo 0: Puras Desgracias
5 de enero, 2006. A eso de las 10 de la noche.
Inusualmente, me llevo bien con mi hermana mayor y decidimos ver Bowling For Columbine. Sigo teniendo la firme creencia de que soy una de las pocas que no la ha visto (y lo he dicho más de cien veces, de cine no sé nada, y no es algo que me enorgullezca) y por eso, decidimos verla.
Íbamos en la escena donde Marylin Manson comenta la imbecilidad de las autoridades de su país, cuando mamá me llama, diciéndome algo como lo siguiente:

Mamá: ¿No tenías que viajar tú?
Stf: Sí.Tengo que estar mañana en Santiago.
Mamá: Ya pues, y entonces ¿Cómo?
Stf: Emm...
Mamá: Pues entonces tienes que viajar como a la 1. ¿O no? Ay Estefa, no me hagas problemas porque yo estoy trabajando y no puedo salir.
Stf: Entonces...
Mamá: ¿Entonces qué?
Stf: Nada.
Mamá: Ya, ahí veo cómo lo hago, tú arregla tus cosas.
Stf: Bueno.
Mamá: Que no se te olvide nada.
Stf: Ya mamá.

Pucha, no podré ver la película. Diantres. Ya. Había que arreglar las cosas y tomar algo, para lo cual me quedaban unas dos horas. Metí (casi) todo en el bolso, y partí al computador para avisarles a las chicas. Resulta que el plan era el siguiente, tomar un bus a Viña, y luego dejar mis cosas en el departamento de mi abuela paterna, y partir a Santiago. Todo ese escándalo por un poco de punchi-punchi en la Alameda. Así no más era la cosa.

Mamá me llevó al terminal mientras repasaba mentalmente lo que posiblemente se podría haber quedado, y nada se me ocurría. Me sentía bastante segura, hasta que el Tur Bus de las 1 y 15 partió y lo recordé: No llevo zapatos más que los puestos. Loser.
Y el bus seguía y seguía avanzando, recordé situaciones de pérdida anteriores, como cuando viajé a Mendoza en Julio y se me habían quedado los documentos, o cuando quería ir a la Biblioteca Nacional y solo tenía un papel impreso de que se me había perdido el carnet. Esto no era tan terrible, considerando que el 9 de Diciembre había renovado mi cédula, en la cual, salí bastante mal. Pero ese es otro tema aparte.

Creo que alcancé a dormir algo, para poder olvidar el hambre y la sed que sentía. La gente roncaba de manera estereofónica y ya me moría por llegar a Santiago. Al fin, anunciaban la llegada al Rodoviaro de Viña del Mar y me bajo aliviada. Pero olvidando algo más: ¿Cómo diablos llego al departamento?
Perdida en la ciudad jardín. Con tres bultos, mucho sueño y no tanto dinero como veces anteriores. No quedaba otra...el señor que ofrecía taxis me miraba de manera desafiante. Yo no podía caer de nuevo en la pelotudez de tomarlo y gastarme toda la plata en llegar a un edificio al frente del ex-matadero. Pero lo hice, me la ganó mi mínimo ingenio y mis ganas de llegar y comer alguna cosa. Craso error.

Llegué y mi tía estaba despierta. Siete pisos subidos a pie, no quedaba otra porque ascensor no hay en esos edificios, no sé la respuesta así que no me la pidan. No había mucha comida, por lo que tuve que comer avena. Si pues. El señor viejo de la caja Quacker mezclado con leche caliente. Parecía que de verdad tenía hambre, considerando que en La Serena ni me atrevo a ver esos envoltorios malignos.

Las cosas anduvieron peor al revisar mi monto. El cómputo final decía que me quedaban tres mil y tantos pesos. Maldito taxi retamboreado. Maldita Stf que no sabe ubicarse, más encima tener que esperar 4 horas para poder meterme en otro bus hacia Santiago. Sacrificios son sacrificios (este es el capítulo 0, pronto más).


Otra vez ha llegado el 17 de Enero a su fin. En unos pocos minutos me dispongo a cambiarle el perfil a esta cosa (literalmente) y poner que ya tengo quince y esas cosas protocolares. Estyo más asustada que cuando me dijeron que el mundo se iba a acabar el 2000. Pero no sé la razón concreta de mi miedo. Puede ser, por un lado, que dejé muchas cosas en el tintero a los 14. Quizás pude vivir más. Pero eso ya no ha ocurrido y es tiempo de darle vuelta a la página. El comercial de la Futurofobia me gusta pero no a tal extremo.



Hola, mi nombre es Stf y tengo 14 años.
Es la última vez que se los diré.
Oh rayos.

Stf.-