Trepando Atrasado.

En el capítulo anterior:
Stf no tenía dinero, Stf comió avena por hambruna y debía llegar a Love Parade.


Capítulo 1: Parada Flash
6 de enero, 2006. 12 y media de la tarde.

Me encontraba - de nuevo - en el Rodoviario viñamarino, con un pasaje abierto para regresar, algo de mínimo dinero para (quizás) una bebida gaseosa y mucha impaciencia por partir.
El viaje se hizo eterno a pesar de la corta distancia. Al llegar, tenía una pequeña idea de lo que haría. "Ya Stf, tú has estado acá antes y sabes que hay una entrada directa al Metro...en alguna parte". Y cuando el bus se estacionaba en el andén, lo vi. Directamente fui hacia esas escaleras amigas y ya me dirigía al lugar acordado, el Teatro Universidad de Chile.

Tenía plena conciencia de que si salía de la estación, nadie debía de haber llegado porque aún quedaba como media hora para que lo hicieran. Además estaba atrapada en esa maldita estación gigante llamada Baquedano, no sé cómo, pero se me olvidaron todas las salidas y a cualquier parte a la que me dirigiera, me conducía a un cambio de línea o de andén y ya me estaba empezando a dar claustrofobia cuando la encuentro "Salida a Vicuña Mackenna". Uf. Por fin. Salí y aún no llegaba nadie, pero no me importaba porque ahí abajo no podía respirar de las vueltas que había dado y me sentía a salvo. Claro que había otro detalle: me estaba muriendo de hambre. Y entonces decido entrar a una especie de fuente de soda/cafetería la cual no recuerdo el nombre pero era bastante grande y estaba a la derecha del Teatro, y cerca de algo llamado La Selecta.

Entré y ni siquiera tenía dinero para una bebida gaseosa, por lo que (aceptando la apestosa temperatura ambiente) me compré un Barros Luco. Gringos iban y venían y compraban botellas de agua mineral que me sacaban pica. Los odié por un rato, hasta que me pude contactar con las chicas bloggeras Allen, Toti, Andre, Fer y Oruga y la empezamos a pasar bien. O sea, nos encontramos con don Copa que me pidió la cámara para sacar fotos de la Zona, y a regañadientes se la pasé tan rápido como se la quité.

Camiones iban y venían, tal como mi ánimo, que al principio fue de lo más eufórico, para transformarse en un cansancio evidente por las 10 horas de bus. Luego, cuando ya casi todas nos cansamos de tanto jaleo, nos fuimos al Parque Forestal, al que yo le digo simplemente "Forestal" para sentirme ondera sin gracia. Compartimos risas, bebidas gaseosas, fotos y más en esas horas. Finalmente, los padres de Oruga acudieron a mi rescate mientras teníamos charlas políticas en el auto, para poder llegar al terminal. El bus salía en 5 minutos y ya sabía que colectivo tomar. La plata justa, como siempre, y me quedo dormida pensando en qué diablos haré en los días que tenga que quedarme obligada en Viña.